Arrels Marines y Cap de Fibló son dos de las asociaciones culturales del municipio que más trabajo hacen con los jóvenes. Metafóricamente, una les enseña sus raíces: las plantas, los animales, el mar y la tierra. Su pasado y su futuro. El otro les enseña a darle vueltas al boll. A pensar y jugar hasta que les fible la cabeza. Ayer, llevaron a cabo, de forma conjunta como acostumbran y aprovechando las fiestas de Sant Vicenç, un taller sobre Cultura y Naturaleza.
Este juego de palabras que le dio nombre, que combina la posidonia (este gran productor de oxígeno en torno a cuya defensa Arrels Marines orbita sus acciones) con la pose o postura, es la suma de tres vértices con los que queda bien definido su trabajo. Los tres vértices podrían definirse como: conocer del entorno, aprender a expresarse con libertad y confianza y, finalmente, disfrutar y divertirse con todo ello.
Por un lado y en primer lugar, el taller consistía, de nuevo, con la enseñanza de los niños sobre el ecosistema que puede encontrarse en la Cala Sant Vicenç: especies, interacciones entre ellas, situación actual en que se encuentra el mismo o simular cómo afecta el calentamiento global a este medio. Conocer qué impactos antrópicos ya tiene y puede tener el cambio climático puede ayudar a estas nuevas generaciones a entender las relaciones entre su medio más cercano y lo que está ocurriendo. Para así conocer la situación y generar una nueva forma de convivir con este cisma global. Conocer el entorno, así como las circunstancias, es vital para el ser humano y es una gran herramienta para las nuevas generaciones.
Así, el primer paso del taller fue una inmersión guiada para realizar snorkel y poner en práctica los conocimientos adquiridos para identificar las especies que habían conceptualizado justo antes. El segundo paso del taller, el teatro. La expresión sin vergüenza y, así, la autoconfianza. La pérdida del miedo a encontrar la pose idónea, la que cada uno quiere para estar a gusto y expresarse. A través de juegos de ritmo y posturas, imitar una figura de forma improvisada, un personaje, un pez o una burbuja y ponerle voz. Lo que parece sólo un juego es también una forma de aprender a estar y divertirse sin prejuicios.
Y, por último, el tercer paso. El circo. El uso del cuerpo y los objetos por diversión. Un aprendizaje psicomotriz con el que pasárselo bien con el sentido de jugar por jugar. Un gozo por estar con la mente y el propio cuerpo y hacer redondo un aprendizaje corporal, cultural y natural.